Columna: Déjame que te cuente…
Por Sergio M. Trejo González.
Me entero que hace unos días tuvo lugar la reinstalación de dos trabajadoras del ayuntamiento, en una diligencia que he observado un chingo de ocasiones en el desempeño de mi profesión en una condición que no me sorprende ni me extraña, pues la mayoría de las veces se genera, en los conflictos laborales, como propuesta de ofrecimiento de trabajo formulada por los patrones con el ánimo de revertir la carga procesal en supuestos despidos.
Sabemos que las relaciones humanas y la convivencia social siempre se han visto afectadas por dificultades cuyo origen, se debe a la diferencia de ideas, opiniones, formas de actuar o de pensar. En este sentido, las relaciones laborales, al ser relaciones humanas, no pueden estar exentas de controversia, de ahí que observemos los acostumbrados conflictos laborales que sobrelleva nuestro ayuntamiento. Se ventila tal cantidad de lamentos y gemidos, quejas y querellas, denuncias y demandas contra el municipio, que resulta habitual la mentada y el desprecio por la rescisión de trabadores, la falta de pago, la indiferencia a cualquier solicitud o juicio legal.
Que a nadie preocupe saber que en un problema por despido de trabajadores se formulen chicanas, artimañas, trampas, embrollos, mala onda o artificios en materia de procedimientos, buscando retardarlos o enredarlos para ganar tiempo o lograr beneficios o para la bolsa, gracias a la figura del ofrecimiento del trabajo y la reinstalación; planteamiento y actuación aceptada en nuestra legislación laboral en aras del principio de estabilidad en el empleo… Debo señalar que existe en estos menesteres la arista muy sencilla, que se representa de manera gravosa, cuando el patrón ofrece el trabajo al obrero para que cuando el trabajador vuelve a su empleo se encuentre con un ambiente hostil, o, peor aún, cuando regresando a los pocos minutos se le vuelve a despedir, viéndose en la necesidad de ejercer una nueva acción en contra del patrón. De ahí que en un gran número de juicios laborales en que se demanda la reinstalación o indemnización por despido injustificado, sea común que el patrón niegue el despido y a la vez ofrezca al trabajador que regrese a sus labores.
Pero bien, no voy a entrar en detalles respecto a la reinstalación como formula conciliatoria, la buena fe y los etcéteras legales de un problema que se puede seguir presentando, causando procesos que terminan en ser cíclicos pues, al reinstalar al trabajador y después volverlo a despedir, en el supuesto de que en la realidad obre la mala fe del patrón, éste simplemente se encuentra amparado para no pagar la indemnización de ley. No, no es ese mi tema central, mí exordio obedece a la figura del actual síndico único de nuestro ayuntamiento: Augusto Mora Ostos. Persona a la que los medios le tiran de ignorante, prepotente y lo que se vaya acumulando en su recién estrenado cargo.
Augusto Mora Ostos… Me dicen que es oriundo de Ozuluama de Mascareñas y avecindado por aquí, gracias al FIRA (entidad financiera del Gobierno Federal que venia concediendo garantías y créditos al sector agropecuario y rural) que lo trajo a estos rumbos. Lo conocí hace unos bastantes años, en los tiempos del Presidente Ramón Roca Morteo. Era gente inmediata a un cercano del alcalde, Roberto Luna Guevara; lo miraba simplemente como “El cuñado de Paco”. Supe que administraba el balneario de ese familiar, denominado “Las Lajas”, y parece que le vigilaba sus cochineros. Dicho esto porque se dice que le confiaba el cuidado de los chiqueros, cuando “su cuñado Paco” tenía una cría de puercos por ahí. En aquellos tiempos le observaba como apologista del dueño de “Servicio Kleen”, Roberto Luna Guevara, aspirante a sindico quien fuera frenado en sus ansias y suspiros por cosas de la política que siempre resultan cuestionables, como ahora también se delibera la aparición de Augusto en la administración pública y sus meritos para detentar el cargo que tiene, lo que le viene ganando adjetivos semejantes a los de su antecesor en cuanto a necedad e ignorancia. En la hemeroteca y la memoria popular se guarda y recuerda aquella áspera discusión con Andrés Ramírez, su predecesor; con mentadas de madre y todo ese papelito y “oso” que protagonizaron por la colocación de una lona en el patio central del Palacio Municipal para cierto evento.
Ahora, se dice, que Augusto Mora Ostos se vio forzado a reinstalar en sus labores a las trabajadoras Glenda Lara y Yesenia Macedo, despedidas hace unos años, en acatamiento a una orden del Tribunal Estatal. Eso en si no tiene ninguna trascendencia de no ser porque el munícipe, armó su pancho cuando ambas empleadas salieron un rato a ponerse de acuerdo con su asesor legal, lo que motivó que Augusto llamara a una notaría, para levantar una acta de abandono, supongo que con cargo significativo al erario. Como si les sobrara el dinero que pichicatean a los burócratas. Todo para que a últimas se quedaran las susodichas con su chamba en el cubículo del regidor Isidro Lagunes Contreras.
De todo esto me viene al repaso una ocasión que platiqué con don Augusto Mora, en su carácter de “abogado defensor” de un trabajador, de uno de mis clientes; cuando un servidor pretendía liquidar conforme a la ley explicando con palitos y bolitas los alcances. Le intentaba explicar cómo funcionan las conciliaciones en casos de terminación laboral al empleado (por cierto, integro y competente), tan inteligente que terminó arreglándose conforme a mi sugerencia en forma directa sin la presencia de su “abogado”, quien en tal ocasión no transigía ni alcanzaba a comprender la ventaja de la propuesta de liquidación, en lugar de un juicio tardado y pernicioso. En aquel entonces Augusto alzaba la voz airadamente con su idea y sus analogías; razones fuera de la realidad y de los alcances que la Ley Federal del Trabajo contempla, en caso de un despido. Abanderaba ayer la causa de un trabajador y no franqueaba posibilidad de arreglo, presumiendo altaneramente de su conocimiento del derecho; hacia “las cuentas del gran capitán”, que resultan un tópico cultural español que se basa en una anécdota donde se ridiculiza a quien exagera los gastos, llegando en la historieta al desafío hacia el rey con una enumeración de gastos garrafales en conceptos absurdos, (la frase más famosa, que suele usarse también como temática es “en picos, palas y azadones, cien millones”). En fin, dejo al síndico los detalles para su derecho de réplica y mi contrarréplica, por tratarse de un asunto profesional donde resultaba intransigente la postura que mantuvo como “abogado”.
Hoy don Augusto con la personalidad que tiene de representante de los intereses del ayuntamiento, que es Fabiola Vázquez y su palabra, obedeciendo seguramente la orden de su patrona se vio en la necesidad de actuar aceptando la dichosa reinstalación de Glenda y Yese0nia, tomándose atribuciones de levantar actas circunstanciadas que de nada le sirven, salvo para gastar dinero inútilmente. Parece que Don Augusto ha sufrido una metamorfosis. Augusto un día despierta con la investidura de autoridad y se borran aquellos reclamos que ventilaba cuando le dolía en carne propia los sagrados derechos de la clase trabajadora…así es cuando la situación vira y ahora parece poderoso. Kafka, y otros que saben de esto, dicen que "más allá de la legitimidad que tienen las personas de cambiar de orientación, en un proceso de cambio debe haber arrepentimiento del daño que se puede cometer", comprendo a Mora Ostos, y lo digo citando a Octavio Paz y a su Laberinto, está “aprendiendo a mirar cara a cara a la realidad”, tiene que inventar palabras e ideas nuevas para estas nuevas y extrañas realidades que le van saliendo al paso.
No debemos ser tan rigurosos con augusto Mora, el hombre tiene su carácter ofuscado, pero es que no le tienen paciencia. Concedámosle el beneficio del tiempo para que contemple la perspectiva del encanto que obsequia la vocación de servicio, que todo funcionario debe cortejar. Ya, cuando se reponga del mareo que se padece en esas las alturas, vendrá el Augusto sereno y ecuánime que debe llevar en lo profundo. Hasta la sensibilidad paquidérmica se puede despertar con algún masaje… En el oleaje donde ahora navega solo se deja llevar en lo que le mandan y trata de obedecer con el carácter y su temperamento. Está aprendiendo que desde atrás del escritorio, como funcionario, las cosas son muy diferentes a la postura que adoptaba cuando era pueblo. Dijera el poeta Cuco Sánchez: “Ya ves que no es lo mismo amar, que ser amado”. Qué difícil es… pero vamos a darnos espacio para sazonar en el poder; quizás algún día, cuando se asimile de mejor manera ese paso soberano precario, efímero y bizantino o cuando retome su carácter de auténtico ciudadano, se module: “Por dondequiera que fui la razón atropellé, la virtud escarnecí, a la justicia burlé, y a las mujeres vendí. Yo a las cabañas bajé, yo a los palacios subí, yo los claustros escalé, y en todas partes dejé memoria amarga de mí. Ni reconocí sagrado ni hubo ocasión ni lugar por mi audacia respetado; ni en distinguir me he parado al clérigo del seglar. A quien quise provoqué, con quien quiso me batí, y nunca consideré que pudo matarme a mí”.