viernes, 7 de agosto de 2009

¡¡¡"Calambre", del inspector, a periodista!!!

CON RUMBO AL SUR

DELIRIO DE PERSECUCION

Por Angel Gabriel FERNANDEZ

“Solitario por el Mundo siempre voy,
pues no tengo quien me juzgue ni me quiera;
solamente es mi amigo Dios…”.

Jueves 5 de agosto del 2009:
Una patrulla de la policía municipal de Acayucan se le empareja a mi coche. Los elementos lo rodean. El jefe de la policía. Alberto Martínez Mota, él caminando con un “rambo” a su lado”, se acerca y dice que es porque vio un “coche sospechoso”.
Los hechos fueron en la calle Zaragoza, en pleno centro de la ciudad, a una cuadra del palacio municipal de Acayucan.
Era de esperarse. En Acayucan vivimos un régimen de persecución, de represión. Y quien diga lo contrario tendrá que demostrarlo, porque los periodistas (yo no me creo de ellos, soy apenas un aprendiz) hicieron una protesta en contra del Inspector de la policía y tendrían que atenerse a las consecuencias.
Dicen que me investigan.
Dicen que soy peligroso. A lo mejor: peligrosos les llaman a los que intentan pensar y a los que dicen lo que piensan.
Y que quede claro, pero muy clarito: no escribo por miedo. Temor sólo a Dios. Yo soy hombre natural, a otros les pusieron el uniforme y por eso se creen valientes.
Pero si me quieren investigar, aquí esta lo que hice ese día, el miércoles 6 de agosto.
MIS ARMAS, LOS LIBROS
A las nueve de la mañana, aproximadamente, tuve una breve entrevista con el médico Valentín Domínguez Molina. El fue, durante casi 20 años, auxiliar del ganadero Cirilo Vázquez Lagunes. Hablamos de política, de amigos en común y de la “Nena”, una perra gran danés que me regalaron, la cual fui a traer a El Mangal, eso hace unos 12 años.
Posteriormente, de 10 a 11 de la mañana, me encerré en la biblioteca “Rubén B. Domínguez” del palacio municipal. Fui a entregar los libros “Historia del Boom”, (hostoria de los mejores escritores de Latinoamérica) “El Club Dumas” y otro de Vicente Leñero. Ahí mismo, en la biblioteca, me prestaron otros cuatro libros: “El Ogro Filantrópico” de Octavio Paz, “Tirano Banderas”, y otros dos de Mario Vargas Llosa.
Una hora la dediqué a recorrer la ciudad, a escuchar música. “Perdón por tus lágrimas”, de los Yónics, otras de Los Tigres del Norte.
De 12 a 1 de la tarde me dediqué a escribir. De eso vivo.
Diariamente tengo que escribir un artículo o una columna o algunas notas, porque hay una empresa editora seria y responsable que me paga por hacerlo. La empresa se llama NotiSUR y tiene su base en Coatzacoalcos.
No sé si escribo bien o mal, pero lo hago, diariamente.
Y me tardo a veces una o dos horas escribiendo. Sueño con escribir algún día como mi amigo José Luis Ortega o como mi otro amigo Carlos Delgado. Sueño con escribir como Vargas Llosa, como Gabriel García Márquez o como Irving Wallace.
¿SOSPECHOSO?
Posteriormente tuve una breve entrevista con el señor Silvestre Viveros Zárate, encargado de la oficina de Representación del Gobierno del Estado, en la calle Vázquez Gómez.
Digo, si fuera yo un sospechoso de la delincuencia organizada o de otras cuestiones, no creo que un funcionario respetable del gobierno estatal no lo supiera y más aún, me atendiera para intercambiar información.
MÁS DEL “SOSPECHOSO”
El mismo miércoles platiqué con el profesor y regidor Roberto Peña González, en pleno palacio municipal. Somos cuates desde hace años. Curiosamente, estaba presente el periodista Jesús Gutiérrez Cruz, director de Tribuna del Sur, quien el día 6 de julio fue acosado por policías municipales.
Del palacio me trasladé al DIF municipal, donde siempre me atiende muy bien el licenciado Héctor Cárdenas Figueroa. Héctor Cárdenas es hijo de un entrañable amigo, el también abogado Gabriel Cárdenas Escobar, quien se desempeña como jefe del Registro Público de la Propiedad en Cosamaloapan. La atención del director del DIF a lo mejor es inmerecida, pero igual se agradece.
LA REVISIÓN “DE RUTINA”
A las dos de la arde aproximadamente, transitaba yo en mi Neón viejo -- adquirido legalmente en una agencia automotriz-- por la calle Zaragoza de donde descendía de un coche blanco el Inspector de la Policía, frente al hotel Joalicia.
Transité lentamente hasta la casa del antropólogo Rubén Leyton Ovando, quien desde hace semanas me prometió unos libros y no había cumplido.
Rubén Léyton fue catedrático de la Universidad de Colima y escribió el libro “Los Culebreros”. Cada año participa en la organización del Festival del Mar que se efectúa en el puerto de Coatzacoalcos. Es un intelectual puro. Su vida son los libros, los eventos culturales.
Hasta el frente de su casa llegó una patrulla de la policía municipal y rodeo mi coche. A pies,
como ya dije, llegó el inspector.
“Es mi coche, ahí tengo los papeles”, les dije a los policías. Ya no insistieron en la revisión.
El Inspector Alberto Martínez Mota, con su guarura, pasó frente a mi y el antropólogo y dijo que “buscaban un coche sospechoso”.
Yo le dije, la verdad pura, que andaba en busca de libros.
El jefe de la policía dijo que andaba en busca de delincuentes.
Los policías y el inspector se retiraron.
EL PETATE DEL MUERTO
Siempre he vivido en Oluta. Ahí nací y ahí espero morir.
Tiene casi tres años que ando a bordo del mismo automóvil. En él no traigo más que ejemplares de NotiSUR, Proceso u otros medios de comunicación, un montón de libros, discos y un palo… un pedazo de árbol de canela, porque el olor me parece exquisito y me recuerdo aquello de “olor a clavo, color de canela, yo vengo de lejos a ver a…”, un versito del escritor Jorge Amado.
Es mentira que era una revisión de rutina.
Es mentira que “vieron un auto sospechoso”.
Lo que no es mentira es que me quieren acosar.
Pero el acoso no es necesario; doquier me pueden encontrar. Me hallan en las bibliotecas, me hallan en las calles buscando información; me hallan con mis amigos hablando de libros o resbalándome unas bien frías.
Para escribir esto lo estuve pensando. Dije, inicialmente, que no valía la pena.
Pero la familia que tengo sí vale la pena. Mi padre es un hombre pacífico que no tiene por qué ver desfiguros. Que me acosen o que me persigan a mi, exclusivamente. Mi esposa, una mujer santa y aguantadora tampoco tiene por qué sufrir el que me quieran “acalambrar” por lo que escribo. Pero lo que más me preocupa es que la policía sigue mi coche y éste a veces es conducido por mi hijo.
Eso es lo que me preocupa.
Yo, aquí estoy.
Mis compañeros, los periodistas, supongo que también aquí están.
Mis amigos, ni hablar. Todos estamos.

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